Nora Iliana Esparza Mandujano
“El arte no es un espejo en el que nos contemplamos,
sino un destino en el que nos realizamos.”
Octavio Paz
“Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir”.
Con estas palabras, encontramos en Alejandra la necesidad de vivir escribiendo, de crear siempre, postura con la que de alguna manera coincidía con Octavio paz.
En su obra surrealista, se refleja la niñez, la soledad, la introversión, el temor a la oscuridad, el exilio mismo del poeta.
Aunque nace en 1936, en Buenos Aires, sus padres fueron inmigrantes rusos, de ascendencia judía, lo que provoca el desarraigo de Pizarnik. Justamente esta falta de raíces nacionales y locales, se relaciona con el sentimiento de exilio que recorre sus poemas, mismo que nunca abandonó. Tal vez toda su vida haya sido un peregrinar hacia un destino inevitable y predecible. Su formación liberal, en gran parte fue mérito de su padre, Don Elías Pizarnik, quien no sólo le permitió su forma de vida, si no que alentó su vocación al solventar la publicación de su primer libro: “La inocencia pérdida” (1956). Todo un mérito, teniendo en cuenta el rol de la mujer por esos años, y en una familia de su origen en particular.
La poetisa tenía ciertos rasgos de enfermiza timidez. Su tartamudeo y su asma son la somatización de su fragilidad espiritual.
En 1954 ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras y en 1955 publica su libro de poesia La tierra más ajena, en el que destaca el epígrafe de Rimbaud, pues en él enseña ya la influencia de este autor, que muestra en su poesía, el sentimiento melancólico de finitud, que marcaron para siempre su obra literaria.
En ese mismo año abandona la carrera de Letras y comienza a estudiar pintura, con Juan Battle Planas, quien ejerce una enorme influencia en la evolución de sus conceptos sobre poesía, y a su modo tratar la distribución del texto sobre la página en blanco, como una forma, un dibujo. Hyeronimus Bosch fue su pintor favorito.
Al año siguiente, publica y dedica su segunda obra La última inocencia dedicado a León Ostrov, su analista de muchos años y de quién, se presume, estuvo enamorada, aunque dicha presunción también fue imputada a Horacio Quiroga… y finalmente, sólo ella supo a quien perteneció su corazón. La temática de desesperación del libro está constantemente presente.
Por esta época inicia su amistad con Olga Orozco, que durará hasta su muerte. A ella dedica su poema “Tiempo” del mismo libro. Otro poema, “Exilio”, está dedicado al poeta Raúl Gustavo Aguirre. En este libro ya aparece explícitamente una temática que desarrollará más tarde hasta la exasperación: la noche como realización y la luz como negación de vida.
Y bien, habiendo leído y releído algo sobre la biografía de Alejandra Pizarnick y su obra, se puede plantear la siguiente pregunta, ¿no es acaso la biografía de Pizarnick el reflejo de cada poeta? ¿no es acaso el mismo sufrimiento, la misma desesperanza, el no verse reflejado en el espejo, el no encontrar su ubicación? ¿y qué pasa entonces con Frida Kahlo cuya vida giró en torno al dolor tanto físico como del alma? Sabemos de antemano que no era poeta en sí, sin embargo sabemos también que su obra completa es una especie de oda al dolor.
Y pasa la vida el poeta buscando encontrar en su angustia, en su soledad, su introversión, en su “ser para sí” el origen y la razón de su ser. Basta repasar las letras de algunos poetas:
sino un destino en el que nos realizamos.”
Octavio Paz
“Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir”.
Con estas palabras, encontramos en Alejandra la necesidad de vivir escribiendo, de crear siempre, postura con la que de alguna manera coincidía con Octavio paz.
En su obra surrealista, se refleja la niñez, la soledad, la introversión, el temor a la oscuridad, el exilio mismo del poeta.
Aunque nace en 1936, en Buenos Aires, sus padres fueron inmigrantes rusos, de ascendencia judía, lo que provoca el desarraigo de Pizarnik. Justamente esta falta de raíces nacionales y locales, se relaciona con el sentimiento de exilio que recorre sus poemas, mismo que nunca abandonó. Tal vez toda su vida haya sido un peregrinar hacia un destino inevitable y predecible. Su formación liberal, en gran parte fue mérito de su padre, Don Elías Pizarnik, quien no sólo le permitió su forma de vida, si no que alentó su vocación al solventar la publicación de su primer libro: “La inocencia pérdida” (1956). Todo un mérito, teniendo en cuenta el rol de la mujer por esos años, y en una familia de su origen en particular.
La poetisa tenía ciertos rasgos de enfermiza timidez. Su tartamudeo y su asma son la somatización de su fragilidad espiritual.
En 1954 ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras y en 1955 publica su libro de poesia La tierra más ajena, en el que destaca el epígrafe de Rimbaud, pues en él enseña ya la influencia de este autor, que muestra en su poesía, el sentimiento melancólico de finitud, que marcaron para siempre su obra literaria.
En ese mismo año abandona la carrera de Letras y comienza a estudiar pintura, con Juan Battle Planas, quien ejerce una enorme influencia en la evolución de sus conceptos sobre poesía, y a su modo tratar la distribución del texto sobre la página en blanco, como una forma, un dibujo. Hyeronimus Bosch fue su pintor favorito.
Al año siguiente, publica y dedica su segunda obra La última inocencia dedicado a León Ostrov, su analista de muchos años y de quién, se presume, estuvo enamorada, aunque dicha presunción también fue imputada a Horacio Quiroga… y finalmente, sólo ella supo a quien perteneció su corazón. La temática de desesperación del libro está constantemente presente.
Por esta época inicia su amistad con Olga Orozco, que durará hasta su muerte. A ella dedica su poema “Tiempo” del mismo libro. Otro poema, “Exilio”, está dedicado al poeta Raúl Gustavo Aguirre. En este libro ya aparece explícitamente una temática que desarrollará más tarde hasta la exasperación: la noche como realización y la luz como negación de vida.
Y bien, habiendo leído y releído algo sobre la biografía de Alejandra Pizarnick y su obra, se puede plantear la siguiente pregunta, ¿no es acaso la biografía de Pizarnick el reflejo de cada poeta? ¿no es acaso el mismo sufrimiento, la misma desesperanza, el no verse reflejado en el espejo, el no encontrar su ubicación? ¿y qué pasa entonces con Frida Kahlo cuya vida giró en torno al dolor tanto físico como del alma? Sabemos de antemano que no era poeta en sí, sin embargo sabemos también que su obra completa es una especie de oda al dolor.
Y pasa la vida el poeta buscando encontrar en su angustia, en su soledad, su introversión, en su “ser para sí” el origen y la razón de su ser. Basta repasar las letras de algunos poetas:
“Nuestras soledades son distintas
oscuras
dos islas desiertas
dos senderos sin destino
dos infiernos contrapuestos
dos líneas paralelas
que no convergerán
en ningún lado.”
A.CH
oscuras
dos islas desiertas
dos senderos sin destino
dos infiernos contrapuestos
dos líneas paralelas
que no convergerán
en ningún lado.”
A.CH
“En general, todos corrían a más no poder
Hombres, mujeres y niños
Yo quise preguntarles a dónde iban
Pero no pude hablar porque voy
también con la boca abierta, la garganta seca,
corriendo sin parar.
Vamos todos jadeando al mismo lugar
Ya es de noche y no logro saber a donde vamos”
G.G.B
Y tenemos de la misma Pizarnik
ALEJANDRA
esta lúgubre manía de vivir esta recóndita humorada de vivir te arrastra Alejandra no lo niegues. hoy te miraste en el espejo y te fue triste estabas sola la luz rugía el aire cantaba pero tu amado no volvió enviarás mensajes sonreirás tremolarás tus manos así volverá tu amado tan amado oyes la demente sirena que lo robó el barco con barbas de espuma donde murieron las risas recuerdas el último abrazo oh nada de angustias ríe en el pañuelo llora a carcajadas pero cierra las puertas de tu rostro para que no digan luego que aquella mujer enamorada fuiste tú te remuerden los días te culpan las noches te duele la vida tanto tanto desesperada ¿adónde vas? desesperada ¡nada más!
Acaso en la obra poética de Pizarnik, se vislumbraba ese peregrinar que empuja al poeta a buscar la soledad tan temida, la oscuridad sin retorno a la luz, hacía el destino inevitable y predecible… y qué más da la forma, si el camino se va trazando rítmicamente con el insoportable tic-tac de un reloj de pared que finalmente, cuenta cada segundo la ansiedad del poeta.
Hombres, mujeres y niños
Yo quise preguntarles a dónde iban
Pero no pude hablar porque voy
también con la boca abierta, la garganta seca,
corriendo sin parar.
Vamos todos jadeando al mismo lugar
Ya es de noche y no logro saber a donde vamos”
G.G.B
Y tenemos de la misma Pizarnik
ALEJANDRA
esta lúgubre manía de vivir esta recóndita humorada de vivir te arrastra Alejandra no lo niegues. hoy te miraste en el espejo y te fue triste estabas sola la luz rugía el aire cantaba pero tu amado no volvió enviarás mensajes sonreirás tremolarás tus manos así volverá tu amado tan amado oyes la demente sirena que lo robó el barco con barbas de espuma donde murieron las risas recuerdas el último abrazo oh nada de angustias ríe en el pañuelo llora a carcajadas pero cierra las puertas de tu rostro para que no digan luego que aquella mujer enamorada fuiste tú te remuerden los días te culpan las noches te duele la vida tanto tanto desesperada ¿adónde vas? desesperada ¡nada más!
Acaso en la obra poética de Pizarnik, se vislumbraba ese peregrinar que empuja al poeta a buscar la soledad tan temida, la oscuridad sin retorno a la luz, hacía el destino inevitable y predecible… y qué más da la forma, si el camino se va trazando rítmicamente con el insoportable tic-tac de un reloj de pared que finalmente, cuenta cada segundo la ansiedad del poeta.
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