lunes, 1 de junio de 2009

Textual: Disfrute

Los Santos Días de la Poesía eran esa aventura trazada una noche de otoño en un bar, en la frontera, en aquel encuentro que aún perdura.
Eran esas intenciones de estar juntos, de ser más, esas ganas de pintar la raya al mundo y permanecer cercanos a la poesía.
Fueron los santos días todo eso; un espacio de los que dijeron sí, un encuentro de diecinueve, un disfrute textual.
Ahora los Santos días son estas palabras:


Los santos días al aire... Joaquín Peña Arana
Santos días de literatura... Fernando J. Elizondo Garza
10 veces más los santos días... Colectivo contextual
El abuelo.... Ramiro Rodríguez
El Dr. Jair en los santos días... Jair García-Guerrero
Album: otra manera de vernos... Colectivo metatextual
Suceso casi memorable. Los días invertebrados... Marisol Vera


Lugares hay a los que esperamos llegar, a los que queremos volver: Los Santos días son, de la poesía...
Celeste Alba Iris

Los santos días al aire



Santos días de literatura













Fernando J. Elizondo Garza

I. Anunciado como un retiro literario en un spa sin teléfono ni Internet ni televisión ni nada de comunicación globalizada, no dejaba de intrigarme quiénes dejarían sus vacaciones de semana santa-pascua para ir a leer y escuchar literatura centrada alrededor del tema del “Lugar Común” y de la poeta de claroscuros Alejandra Pizarnik, tema y homenaje del Encuentro de Escritores “Los Santos Días de la Poesía”, realizado en Jaumave, Tamaulipas, el 18 y 19 de abril de 2009.

II. Claro que las “grandes plumas nacionales” no estarían, pues dependen para su éxito comercial no tanto de escribir bien, que algunos sí lo hacen, sino de las relaciones públicas con los medios masivos y editoriales, que implican publicidad y mercado, los cuales en un retiro no florecerían, porque el comercio exige no invertir mucho tiempo al reportaje o la charla, pues sería ineficiente o improductivo.


III. Por supuesto que así fue, no había estrellas literarias, pero sí, afortunadamente, muchas en el cielo y éstas fueron más bellas acompañadas de una buena fogata, lecturas de obra y lo mejor de todo, mucha conversación entre los autores, pues fue un encuentro de escritores para escritores, lo que permite evitar muchos rituales relacionados con el público en general, la prensa, las autoridades y los comerciantes. Afortunadamente siempre habrá excelentes escritores que tienen tiempo para convivir y dejarse disfrutar la literatura de los demás.


IV. Esta convivencia tan natural y fluida se propició, primero, porque los asistentes a eso iban, a intercambiar obra y charla, a pasarla bien entre los pares, a alejarse de la cotidianidad y, segundo, porque los organizadores hicieron muy bien su trabajo y propiciaron el diálogo y la amistad.


V. La parte formal del evento, a ratos al aire libre, cuando no en palapas, se cumplió a pie juntillas: nadie faltó, todos presentaron su trabajo y la calidad fue de buena hacia arriba. Los más experimentados, con nivel internacional, mostraron que la calidad no está peleada con la modestia, y los más noveles, para algunos el primer encuentro al que asisten como ponentes, demostraron que toman en serio la literatura. En resumen, la parte formal cumplió cabalmente su objetivo de intercambio de ideas.


VI. En México hacen falta más encuentros con las características de éste, pero son difíciles de organizar, pues al alejarse de la componente económica alrededor de la literatura se dificulta el encontrar patrocinadores, de hecho cada asistente pagó sus gastos, y además no deja ganancia para los organizadores, que dedican su tiempo y esfuerzo al éxito del evento y que de hecho siempre terminan poniendo…


VII. Hay que felicitar a los organizadores por su valentía, empuje y capacidad de realización y hay que apoyarlos en sus futuros proyectos, pues el esfuerzo conjunto hará más fácil el camino, lo cual redundará en beneficio para la literatura mexicana en lo abstracto y, en lo concreto, en espacios de aprendizaje, comunicación y disfrute para los escritores, los cuales nunca estarán de más.


Monterrey, N.L., México
Mayo 2009

10 veces más los santos días

  1. http://revistalabrys.blogspot.com/2009/04/alquimia-roja-presente-en-los-santos.html


  2. http://revistalabrys.blogspot.com/2009_04_01_archive.html


  3. http://desnuedezdemipalabra.blogspot.com/2009/04/retiro-de-los-santos.html


  4. http://mujeresdetinta.blogspot.com/2009/05/los-santos-dias-de-la-poesia-2009.html


  5. http://ciertotestimonio.blogspot.com/2009/04/los-santos-dias-de-los-poetas.html


  6. http://ciertotestimonio.blogspot.com/2009/04/los-santos-dias-en-el-ojo-del-ciclope.html


  7. http://tampicocultural.com.mx/artman/publish/article_1264.shtml


  8. http://kika-diaryofdreams.blogspot.com/2009/04/encuentro-de-poetas-los-santos-dias-de.html


  9. http://www.eldiariodevictoria.com.mx/?c=122&a=2158


  10. http://ramirorodriguez.blogspot.com/2009/04/santos.html

El abuelo










Ramiro Rodríguez

En la falda de la Sierra Madre / donde nace el Río Guayalejo
el abuelo observa el coloquio de campesinos ebrios de música
se denuncia al sol / se suelta sobre las lenguas de la tierra
dibuja el perímetro de un espacio que se abre al mundo
los cuervos hienden como flechas negras la claridad del aire
y las nubes se alimentan de letras desnudas en los árboles
un nogal se rejuvenece con palabras tiradas sobre sus raíces
fertilizante abstracto para su antigüedad de casi tres siglos
sus brazos caen al suelo / como buscando equilibrio
para alzarse como gigante y no convertirse en polvo
sus ramas son bastones que sostienen a los hombres viejos
cuando pasean recuerdos por plazas de pueblos solitarios
aparecerán un día las flores que dan el fruto de temporada
con humedad de aguas guayalejas / de tierra fértil / de sol
otros campesinos llegarán de tierras lejanas para estremecerse
y alimentarse de nueces que soltarán una recua de palabras.

¿El Dr. Jair en los santos días?

Por Jair García-Guerrero
Tengo el vano recuerdo de que yo fui. Estuve escuchando el tallereo de los poemas trágicos de un Sinnombre que hipnotizaba con una voz azul. Sus palabras ondulaban por el aire, y a mí sólo me traspasaban dejando una huella como si fuera arena de mar. A mi lado, ustedes preparaban ácidas o espejeantes críticas.
En realidad no recuerdo si fui o no, o si fue un sueño, o si hubo otros días livianos, alados y sagrados en otra vida...

Arte poética

Alejar los ojos de los intentos
del azar de acercarnos a la tierra.
El arte es caminar en otra tierra
con los ojos vencedores de intentos.

Hornear con los días el pan de la vida
eterna. Alejarlo de la carne
con que dicen que el Verbo se hizo carne
y hueso: el arte también da vida.

Ver en la vela un pábilo inerte,
un cabo, que con la poesía prende.
Con el arte de ser cabo se aprende
a ser vela, y honrar al Dios inerte.

Mirar la música que aquí se escribe
-en el papel, no ésta, que no alcanza.
Sentir que la conmoción nos alcanza
como al oído lo que Aquél escribe.

Hallar en el enjambre de las moscas
la silueta de una rosa invisible
y fresca. El arte es hacer lo invisible
tan real que sea atractivo hasta a las moscas.

Ver en la torta y el taco un símbolo
mortal. Ver que somos innecesarios.
Girar este esqueleto innecesario
a la inmortalidad del Gran Símbolo.



visita: www.drjair.com

Album: otra manera de vernos

Con esta edición aparece a manera de gadget permanente nuestra memoria fotográfica.

Suceso casi memorable. Los días invertebrados.








Marisol Vera
Para los poetas que vieron crecer el fuego en Jaumave

El texto adjunto a este mensaje, más que hablar sobre el Encuentro, es una continuación psíquica de las ideas que enarbolé en mi ensayo sobre el lugar común. Días de tribulaciones. Las experiencias aquí relatadas corresponden, esencialmente, a mi mundo interior. Quizá encuentre alguna rima psíquica –o bien, disonancia– entre quienes tengan el tiempo y el interés suficientes para sobrevivir a este sinuoso texto híbrido, plagado con mis obsesiones.

Gracias.

Rintrah ruge y sacude sus fuegos en el aire opresor.
Nubes hambrientas oscilan sobre el abismo
.
William Blake
Preludio
Palabras… una horda de palabras. Abejas dando vueltas en mi cráneo. Ningún resquicio para ver la luz y convertirse en Letra. La computadora encendida. La pantalla en blanco. Silencio. ¿En qué lugar extravié los remos del lenguaje?
Si los insectos de mi cabeza absorbieran, por fin, el néctar de las flores verbales, qué grandes metáforas endulzarían la mañana, qué gran ensayo acerca del Espíritu, del amor como caldera hirviente en la maquinaria del mundo.
¿El amor?...
Sólo hay quietud en este reino doméstico. Echado sobre un mueble de pino Igual que un féretro, me observa el televisor mudo, sereno, impávido; desde hace dos años lo único que proyecta su ojo convexo es el fantasma de la estática.
Mi hijo no sabe de conceptos, reclama el calor y la humedad del seno. Clic. Oscuridad. Silencio.

Lunes 27 de abril
Un vientecillo pardo aletea en la Plaza de Armas. Improvisados letreros en hojas de papel corriente puntualizan “higiene”, “gripe”, “salud”. Remolinos de muchachos pululan, sediciosos, entre calles asoleadas. ¿De dónde salió esta especie de zombis con medio rostro cubierto de azul?
“Sólo Dios puede salvarnos –una anciana de ojos saltones roza mi hombro–, pídale a Dios que su bebé no se contagie”.
Todos, sin duda, han enloquecido. ¿Qué le pasó a Tampico mientras la realidad se comprimía entre los sosegados muros de mi apartamento? ¿Habré llegado, como en mis peores pesadillas infantiles, a un universo paralelo donde un extraño parásito infecta el cerebro de las personas y hace que empiecen a devorarse unas a otras? Como sea, lo más sensato es regresar a casa.

Enciendo la radio, mi pequeño surtidor de noticias: invisible y despiadado camina sobre la Tierra el Ángel de la Muerte, el mismo que en tiempos de Moisés acabó a los primogénitos egipcios, que en el Medioevo echó 25 millones de almas al costal de la peste negra y recién entrado el siglo XX se llevó, triunfal, a otros tantos con el cuerpo atascado de fluidos.
¿Qué decía el señor Hawking sobre la superposición de historias posibles? Y aquello de las realidades alternas. Al abrir la puerta aumento el número de variables que afectan mi futuro, y el futuro de todos los universos donde existen otras versiones de mí –si fuera un físico teórico obsesivo creería que la Marisol de algún alter mundo acaba de ingresar a un hospital con los pulmones hinchados.

Martes 28 de abril
La Avenida Primero de Mayo está menos transitada que de costumbre. No veo por ningún lado la llave, la palanca, el cincel capaz de liberar el texto atrapado en mi cabeza. La fe. La fe como base del espíritu. El misterio como alimento de la fe. ¿Hay misterios en esta época? Por eso te has quedado sola, por ver misterios donde nadie más los ve.
Un tímido estornudo y Haku se frota la nariz. En el solitario estanquillo los periódicos rezuman el olor de la muerte. Me echo al bolso la más reciente edición de Letras libres: “Si Dios no existe”. Siento la proximidad del Vacío. ¿Acaso se dirige a algún lado el Yo cuando las neuronas finalizan su acto biológico? La palabra Pandemia. Una fibra muy íntima me dice que no puede estar ocurriendo. Me anega la misma sensación de incredulidad que, cuando niña, murió en mis manos un ave y, ya en la orilla de mi adolescencia, un árbol muy amado. ¿Cómo puede algo, en un instante, dejar de ser?
Haku se repliega contra mi pecho como planta trepadora. Miro de soslayo los coches, las paredes, el cielo. Densas nubes flotan en la atmósfera. De pronto me arde la garganta.

Llego a casa con urgencia. Voy al cajón de mi archivero: sí, hay suficiente amoxicilina.

Miércoles 29 de abril
El mediodía tarda en llegar; finalmente aterriza en mi ventana como un pájaro ebrio.
Observo la lenta respiración de mi hijo, la luz oblicua sobre sus párpados cerrados. El sol me hiela los huesos. Ráfagas de incertidumbre. Reverbero aquel dolor cuando Haku era un bultito de seis milímetros en mi vientre y los calambres no se iban, y la matriz no dejaba de sangrar. Una caída. Los mareos. El aire salado… Un delgadísimo filo en la boca del estómago.
Mi teléfono pronto estará en coma. Una línea roja se extingue lentamente en la pantalla. Vibra una voz familiar en la bocina: “Nuestro país es un circo, somos protagonistas de una gran comedia”. Mario desconfía de todo (o casi). Vendrá a verme mañana.
El color rojo se evapora.
Silencio.
Mis dedos van hallando su ritmo –por fin– en el teclado de la computadora. “Las masas están sedientas de virtud y depravación, de belleza y fealdad, de placer y tormento. Se les vende fácilmente cualquier cosa”.
Exploro la edición de Letras libres, las anotaciones que hice ayer en los márgenes de las hojas, lo que dice Weinberg sobre la posibilidad de un mundo sin Dios. A la ciencia no le hace falta lo sobrenatural para entender el Cosmos.
¡Vaya! Creí que Dios no era sobrenatural sino la naturaleza misma; las leyes físicas, sus manifestaciones cotidianas.
Dios es el Orden; las galaxias, neuronas de su titánico cerebro.
“Este colosal intelecto –apunto– nada tiene que ver con nuestros temores y deseos: pecado y virtud; Paraíso e Infierno; el anhelo de inmortalidad, la zozobra ante el fin de la conciencia”.
El señor Weinberg dice no entender “esa suerte de espiritualidad” descrita como “un sentimiento de comunión con la naturaleza o con toda la humanidad, y que no implica creencias específicas en torno a lo sobrenatural”. Yo, en cambio, no logro comprender otra espiritualidad que no sea la correspondencia con Natura y el desarrollo elevado de la capacidad de amar.
¿Qué la idea de Dios es contraria a la razón? ¿Pero, no es Dios el gran matemático?

Jueves 30 de abril
La presencia de Mario llena de luz la casa. Me gusta la forma en que su hija entra despacio, sin saludar, mirándome de reojo con una media sonrisa; se está recuperando de una gripe, lejos de los hospitales, por supuesto (no es agradable que otros conviertan a nuestros hijos en estadísticas).
A Haku le complace tener a quien arrojarle su pelota –que en realidad no es pelota, sino un globo terráqueo hecho de cartón.
Mientras los niños cambian la órbita del planeta, mi hermano y yo deambulamos entre las ideas. Que por qué el ser humano necesita del mito para sobrevivir, que si el germen de la credulidad brota de las religiones; que no era el Ángel de la Muerte sino el Ángel del Absurdo –con el permiso del señor Poe–, ¡qué virus más peligroso es la ignorancia!, y nuestros gobernantes no parecen muy interesados en vacunarnos contra ella...
Durante una hora y media construimos una sociedad sin presidentes, sin iglesias, sin sacerdotes, sin dogmas, sin miedos, sin influenzas.
El amor (decimos).
La próxima vez, frente al teclado, escribiré que el amor es lo único que puede sostener con dignidad nuestra existencia. “El amor, en un ciclo vital con el Conocimiento, nos conduce a la aceptación de la vida.” ¿Pero qué es la Vida? Dolor, placer, encuentro, soledad, disolución…
Antes de que el globo terráqueo anote un gol en la eternidad haré la pregunta: ¿por qué tenemos religiones si no porque nos resulta insoportable la idea de estar solos, de despojarnos, algún día, de nuestra conciencia individual?
Al abrir la puerta, Mario deja que la luz se le desmorone de la piel hasta quedar regada en el suelo como un polvo turquesa. Mi sobrinita va detrás. Un zumbido aguijonea mi pensamiento. Haku, adormilado, manotea para alejar de mi frente a las etéreas abejas.

Viernes 1 de mayo
Un viento frío me mordió los labios en la madrugada. Una de esas pesadillas filmadas en tecnicolor, con muchas escenas fatigosas. Fornicaciones en celdas oscuras. Hombres mutilados arrastrándose como larvas. Lluvia de sanguijuelas en árboles rotos. Esos sueños donde te sientas en una butaca, mirando con náusea la pantalla de otra realidad, y no puedes cerrar los ojos ni cambiar la cinta.
No hay nada sobrenatural en ello. Ni en esas mujeres de tez blanquísima y rugosa que flotan en mi cabecera, ni en la otra Marisol que se desdobla en el muro, cubierta de raíces y polvo, a punto de despeñarse sobre…
Cof. Un zombi tapándose la boca, afuera. Mi ventana es el párpado de un circo monstruoso. El mecanismo de la civilización gira con sus oxidados engranajes de púas: coches, mercaderes, gatos, aviones, bultos de oro y más oro desperdigándose por las cloacas.
La Palabra. El Abismo.
“La Realidad es una bestia mitómana. ¿Quién puede domeñarla, cabalgar en su territorio con dignidad, transfigurarla, debatirla, exprimir los sentidos y el intelecto?”

Haku. Oigo sus mínimos resuellos. Con una mano ahuyento a los fantasmas que revolotean sobre su testa.
Otra vez la imagen de Dios.
Dios, el matemático. Dios, el ajedrecista. Dios, el políglota. ¿Cómo cantaba el Poeta? Nadie puede ser amigo del Dador de la vida…

Una sílaba arrebata el aire. Haku, en medio de la cama, sonríe. Sus dientes parejos del color de la Luna brillan con luz propia. Parece mirarme desde adentro de un espejo, en lo más hondo del océano, saber algo que yo jamás…
Lenguaje. Los fonemas se me deshacen entre los dedos. Haku. La electricidad sacudiendo una pantalla vacía. De nuevo vacía, como al principio. Tal vez el Universo sea sólo lenguaje. Un sueño de palabras. Una sed inmensa. El zumbido de abejas azules estrellándose en el polvo…

Cd. Madero, Tamaulipas. Mayo de 2009