viernes, 1 de mayo de 2009

La fogata de la santa noche








Por Norailiana

Las llamas danzan en torno nuestro, es la hora de la fogata… No se trata del “aquelarre”… si acaso lobos que aúllan a la palabra intentando que no se pierda… Los poetas acuden al llamado… llegan todos con la metáfora zigzagueando en los labios… y Celeste… la Celestina necesaria entre la palabra y ellos… ¿qué pensará Celeste?


El reloj se tragó la espera… las bocas comienzan a destilar sentimientos: amores, desamores; encuentros, desencuentros… brincan las almas desnudas en las desnudas voces… los corazones se repliegan en la boca…

Salvo la voz que rompe el silencio, todo es calma… los grillos, cómplices del desvarío del poeta, obsequian el fondo musical… todo es propicio, el marco perfecto para la noche perfecta… De pronto, de alguna parte aparecen una bella forma femenina llena de melancolía y ganas de estar entre los brazos de alguien, exhala unas notas… no es La Celestina, esta vez no… no la hermosa y apesadumbrada Lety… no Marisol, no Erika, no Cynthia, no Linda, Ruth, no Lorena, Minerva, Lizzeth, Carmen o Norailiana… con doble “i” ¡qué va…! No es ninguna de ellas… es una, llena de cuerdas y acordes, que gime entre los cirujanos dedos de Carlos…
Y aparece el sagrado elixir de cebada, el delicioso elixir del agave y otros ... El reloj se traga las horas… los poetas locales y “extranjeros” están exhaustos… la jornada para llegar al lugar del encuentro ha sido bastante agotadora… sin embargo, nadie se mueve… acaso Alejandro Rosales que se fue con sus poéticas pinceladas a otra parte… Más tarde Lety, después Fernando… Marisol, quien amenazaba el retiro temprano… se fue temprano… las seis de una mañana diferente la encontraron de cara a su cabaña…
El domingo apareció lleno de promesas para los poetas… los que llegaron primero desayunaron rico y con calma… los que no… esperaron a la hora de los santos alimentos de medio día…
Antes del fin… Leticia presentaba con su voz de manantial al pintor-poeta, o al poeta-pintor, el gran Alejandro, el de los mitológicos unicornios, el que con su bodegón, la noche anterior nos hiciera saborear matices, colores y texturas auditivas… dando paso posteriormente a la joven voz de Juan Miguel…h
aciendo recetas para un pay de manzana; describiendo a la “la mujer perfecta”… mientras Linda homenajeó a los lobos en una sinonimía con el hombre… y el reloj seguía tragándose en tiempo…
Irremediablemente, la clausura… nuestra Celestina tomando nuevamente posesión de la palabra para el ritual último… los reconocimientos y la memoria de LOS SANTOS DÍAS DE LOS POETAS…
Pero faltaba “Chacuas”… ¿dónde está? Era la pregunta… Alejandro Ramírez había sucumbido al santo, al bendito elixir… y sin embargo se sobrepuso… llegando a recoger lo que por derecho le correspondía…

La promesa de regresar mantiene viva esa llama… del reencuentro de los poetas… y el viento a favor de la poesía…

Fotografías de Norailina, Ramiro Rodríguez y Víctor Hugo Olivares

No hay comentarios:

Publicar un comentario