Este año se le ocurrió a Celeste Alba Iris, poeta y amiga tamaulipeca a quien tengo el privilegio de conocer desde hace varios años, otra idea genial: zurcir la distancia que nos separa, las fronteras falsas y los muros de violencia con un encuentro virtual de poesía que se llevará a cabo el viernes 15 de abril del año en curso. Gracias al evento y a las instituciones que lo facilitan, poetas de ambos lados de la franja fronteriza, podremos compartir ese pan que tanto nos gusta a los poetas, la poesía, y volvernos compañeros de jornada en estas horas aciagas que vive nuestro México.
Afortunadamente, hoy en día los avances tecnológicos están de nuestra parte, y aunque sabemos bien que una cámara y una pantalla de televisión no podrán nunca sustituir el encuentro personal, el júbilo, la anécdota, los abrazos, no deja de ser un buen remedio para sortear distancias. Después de todo, encontrarnos en ese lugar etéreo le viene muy bien a la poesía, particularmente a ésta, manifestada a través de Los Santos Días de la Poesía.
Desde el primer Encuentro, el nombre escogido (supongo que por Celeste), me resultó atractivo, certero, terriblemente marginal porque la santidad está en desuso, igual que la poesía, pero ahí radica precisamente su encanto. La poesía es otra cosa y escribirla, insertarnos en ese cuerpo limpio, escucharla, comulgarla, es lo más próximo al misticismo. Yo no creo, sin embargo, en la concepción juanramoniana del poeta, ni en elitismos de ninguna clase; me parece que los poetas actuales estamos obligados a participar en el mundo, a curar espacios, lejanías, violencias. Y eso es precisamente lo que hará nuestra lectura virtual.
De particular interés resulta el que este encuentro lleve como tema la poesía escrita por tamaulipecas, pues es a nosotras, las tamaulipecas de ambos lados de la frontera, a quienes nos corresponde rescatar la trayectoria poética del estado, cada una desde nuestra trinchera. El esfuerzo completo de rescate y reconstrucción va, desde luego, más allá del género, como se ha venido haciendo en los encuentros anteriores.
Esperemos que ésta no sea la última vez que nos reunamos, al contrario, que sea la primera de muchas por venir. Estoy segura de que a Celeste se le seguirán ocurriendo ideas geniales, como también ocurrirá con muchos otros en este encuentro. Por ahora a compartir palabras, a nutrir lazos y raíces. Seamos un solo cuerpo, como siempre debió haber sido.
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