Ramiro Rodríguez
ENGRANAJE
Fragmento
*
Antes del cosmos fue la mano del dios,
de un dios literario que lame al vocablo,
de un dios que construye fulgor dactilar,
de un dios que me aguarda en ardores.
Mi tacto disipa las aguas marinas,
mi barca en tu puerto,
mi barca se irisa,
lenguas de fuego hendiendo la carne,
fusión de poemas y estuarios de plata,
el agua caliente fundó su morada
y fuimos aquéllos
y fuimos constantes palabras
y pronto olvidamos la ley de los hombres.
Cruzamos el puente audaz del derroche,
un rumbo distinto tomaron los dedos,
estuarios de luna,
fusión de emociones,
muy pronto olvidamos la ley de los hombres.
*
Llegamos a un vado que exige el retorno,
gotas de lluvia vieron un lúgubre hachazo,
inicio de un éxodo hacia dos horizontes.
Fingiste olvidarme.
Fingí sepultarte.
Después horadamos las horas
que un día grabamos en piedra.
Dispersos quedamos, abiertas las manos,
disipando imágenes en antiguos templos,
holocaustándonos al paso de soles
y ahí quedamos, en el fondo de ríos.
*
Hoy se me vedan mantos de estrellas
como castigo eterno después del hachazo.
Sílabas de gracia se vuelven nostalgia,
transforman enlaces en roca de ausencia,
estatua de arena,
quedar para siempre cubierto de arena
es hoy el estigma que muerde mis huellas.
*
Hoy sólo nos queda el eco del tiempo
lamiendo paredes de casas sin puerta.
Los años muerden la luz que penetra
en el vaho de nostalgia en la memoria,
se convierten mis huellas
en ventanas con goznes oxidados.
Las manos se extienden —roto el aliento—
oigo a los cuervos volando hacia el sur.
Fragmento
*
Antes del cosmos fue la mano del dios,
de un dios literario que lame al vocablo,
de un dios que construye fulgor dactilar,
de un dios que me aguarda en ardores.
Mi tacto disipa las aguas marinas,
mi barca en tu puerto,
mi barca se irisa,
lenguas de fuego hendiendo la carne,
fusión de poemas y estuarios de plata,
el agua caliente fundó su morada
y fuimos aquéllos
y fuimos constantes palabras
y pronto olvidamos la ley de los hombres.
Cruzamos el puente audaz del derroche,
un rumbo distinto tomaron los dedos,
estuarios de luna,
fusión de emociones,
muy pronto olvidamos la ley de los hombres.
*
Llegamos a un vado que exige el retorno,
gotas de lluvia vieron un lúgubre hachazo,
inicio de un éxodo hacia dos horizontes.
Fingiste olvidarme.
Fingí sepultarte.
Después horadamos las horas
que un día grabamos en piedra.
Dispersos quedamos, abiertas las manos,
disipando imágenes en antiguos templos,
holocaustándonos al paso de soles
y ahí quedamos, en el fondo de ríos.
*
Hoy se me vedan mantos de estrellas
como castigo eterno después del hachazo.
Sílabas de gracia se vuelven nostalgia,
transforman enlaces en roca de ausencia,
estatua de arena,
quedar para siempre cubierto de arena
es hoy el estigma que muerde mis huellas.
*
Hoy sólo nos queda el eco del tiempo
lamiendo paredes de casas sin puerta.
Los años muerden la luz que penetra
en el vaho de nostalgia en la memoria,
se convierten mis huellas
en ventanas con goznes oxidados.
Las manos se extienden —roto el aliento—
oigo a los cuervos volando hacia el sur.
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