jueves, 1 de octubre de 2009

Sin Orillas








Minerva Castillo


El viernes 4 de septiembre ganándole tiempo al tiempo, acudí rauda y veloz a la Biblioteca Isaura Calderón, en la Casa de la Cultura de Tampico. La cita decía 19:00 horas, y sin embargo, llegué justo cuando la Doctora Ana Elena Díaz Alejo tomaba el micrófono para disculparse por iniciar después de la hora… lo agradecí en mi interior ... En el presidium estaban además de la doctora, los poetas: Arturo Castillo Alva, Marisol Vera, y Eduardo Uribe.

Ana Elena presentó a Marisol con su libro publicado por Voces de Barlovento; prosiguió Uribe, quien se atropelló con las palabras, estaba nervioso y abordó los poemas desde el punto de vista académico. Luego con Castillo Alva, la doctora Alejo se explayó en el currículo de éste... y para variar, el hombre se lució con una hermosa prosa para Marisol y sus textos... mientras esto pasaba tuve la necesidad de sacar una libreta de mi bolsa y escribir...

no soy, o no quiero serlo?...

(me refería al ser poeta)

Todos aplaudimos a Arturo y la Doctora Alejo dio paso a la lectura en voz de Marisol Vera, a quien le pidió especialmente que leyera el poema de la abuela.

La poeta en momentos se perdía y se encontraba en el mar de la mirada de su hijo.

Antes de que empezara Marisol a leer sus poemas escribí:


Marisol

Encantadora de serpientes,

Sherezada mágica,

yo lo sé, como tú

la mejor obra

es la que te nació en el vientre...


Cuando Marisol va a iniciar su lectura da las gracias por la asistencia, y comenta: “me pregunta Marco Huerta que qué libro estoy leyendo ahora, yo le digo que el libro que ahora me fascina leer cada día es a mi hijo Haku...” Marisol lee un poema a su abuela, que aplaudimos todos... un poema a la mujer que es... y aplaudimos aún más... todas las mujeres que allí estamos y que somos, y nos place la poesía.. El libro costó 100 pesos, me acerco a Marisol y me firma. Salimos, la doctora Alejo preparó dos mesas : una de buenos vinos en copas de cristal y otra con bocadillos dulces y salados... una verdadera anfitriona... tomo un bocadillo dulce, y me marcho: se siente tan bien estar , ser... a la orilla del tiempo.

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