sábado, 1 de agosto de 2009

Sin Títulos de Propiedad

Carlos Acosta




Eso es estar vivo:

mirar desde la infancia un mundo que no entiendes

y después de los veinte y luego a los cuarenta

seguir sin entenderlo

Andar sin rumbo fijo los días los silencios

los dioses las historias

en busca de ti mismo

Resguardar sin pudor

la parte más ingenua de ti y de los tuyos

Acercarte seguro

de tus pies y de tu alma

al filo del abismo

Apurar el futuro

Vivir de los recuerdos

Celebrar las auroras cada vez que regresas

del mundo de los muertos

Y saber que en la sombra

muy cerca de tus pasos

el olvido te acecha

No es mi sueño viajar por el mundo

hablar cinco idiomas

o ganar la lotería

Nunca soñé un harem privado

escribir diez libros

o vivir cien años

Mis razones para ser feliz son más sencillas:

ir cada domingo cuando menos con mi madre

y saber que está viva

cantar con mi mujer con mis hijos

y saber que también ellos están vivos

caminar de noche a solas sin un plan determinado

y de ser posible

convertir el insomnio en letras

Puede ser que para muchos

mi filosofía recuerde la fábula de Esopo:

aquella del zorro que no alcanzó las uvas

y luego dijo con desprecio

al fin que están amargas

Puede ser

Pero nunca pasó por mi mente

tener servidumbre a mis órdenes

caminar por una alfombra roja

o ser besado por los dioses

Yo he preferido una vida sencilla:

seis o siete amigos

tres hermanos

y un cuarto de mi casa lleno de libros

dos árboles

una guitarra

un perro

y todas las mañanas

para despertar

un beso

nada más

pero nada menos


Julia pasa por la vida sin llamar la atención

camina de prisa

es diligente

cree en Dios

Sin que nadie se lo diga

aunque nadie la vea

hace lo que debe hacer

y sólo si es necesario

dice dos o tres palabras

yo pienso que por eso

nunca se mete en problemas

ya se sabe que hablar de más

nunca trae buenas ganancias

Si es feliz no lo sabemos

Si anda triste menos

Nunca se queja del mundo

y de ningún festejo hace alharaca

Julia va por la vida en silencio

de ahí que

un buenos días o un hasta luego

venidos de sus labios

sean un tesoro

Algunas veces he pensado:

ojalá yo fuera como ella

pero ese es otro cantar:

quizás mi mayor defecto

sea decir lo que pienso

Por ahora

estas letras son para Julia

esa menuda mujer

que pasa por la vida

sin hacer aspavientos


Lugar común son mis ojos rodando por el suelo

un gajo de luna

disnea de madrugada

desierto mi pecho y manantial de lágrimas

la cola de un dragón irrumpiendo en mis sueños

tú y yo desterrados del insomnio

tus labios tremulantes

y yo buscando a tientas

como mueren los ciegos

Me es común el desvelo sin causa justificante

los libros

el miedo a morir

las cervezas

un auto a media noche perdido en la ciudad

la culpa de los antros

lo solo de las plazas

lo terco de la lluvia –y todavía no es mayo

en tarde en llamaradas

la angustia de no ser horizonte

ahí cerca del júbilo

la nube salitrosa que me arde en los ojos

en viento enloquecido

la incontenible urgencia de ser un papalote

Me resulta ordinario

caminar por la línea

que separa a los cuerdos de los desquiciados

y saber

que es una cuerda floja

en lo más alto del circo

y sin red protectora

Quizás porque no soy

un hombre memorable

he concluido que así está bien

nací en anonimato

crecí desconocido

y es seguro que anónimo habré de morir

está bien así

digo sin atisbo de rencor:

mi vida no es otra cosa

sino un lugar común

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