viernes, 8 de junio de 2012

Laura Ramírez


Uno no percibe cuando una imagen lo atrapa. Nace un estado que no desaparece al mundo, pero nos separa instantáneamente a una sensación que deslinda entre el cuerpo y el espacio. El espíritu se alimenta en estos espacios, cuya naturaleza es alterna no porque sea de otro mundo, si no porque instantáneamente coincide nuestro espíritu.
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, si no contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef 6, 12). La región celeste en nuestro cuerpo es el espíritu. Es vital en un mundo de tinieblas alimentarlo y este alimento puede ser elaborado por nuestras propias manos.
La necesidad de nuestro tiempo es la sinceridad de nuestro bienestar espiritual. Un gobernador de las tinieblas es la desnutrición del espíritu. Nuestro país, nuestro estado con las alarmas de violencia y muerte, necesita de una brigada que concluya los problemas no de una forma dedicada a un territorio especifico, si no del modo en que nos afecta y esta forma derriba todo lugar y objeto. Nuestras necesidades, son las necesidades de cualquier ser humano en el mundo, nuestro dolor es un dolor que afecta a todo el mundo. Entonces al resolvernos lo hacemos como un ciudadano mundial. Alimentar mi espíritu como individuo es una victoria que abarca a toda la humanidad.
Estos días: “Los santos días de la poesía”, santos porque se dedicaron a la inversa de un ayuno. Se elaboraron alimentos espirituales durante todo el día, alimentos que nutren al hambre y al hombre, con armonía, sazón en su elaboración,en todos los que a la cocina espiritual acudimos. Mañana, tarde y noche se esparcieron por las calles estos alimentos.
Cuando un individuo se nutre de una imagen que ha llegado a el a través de cualquier naturaleza y aunado que esta naturaleza nazca de otras manos. Entonces no solo se da la poesía también se es más humano. Y esta comunicación, entre él y su imagen, entre él y el otro es un movimiento que derriba cualquier dolor, cualquier violencia, cualquier historia.

“Y amamos aquello donde se atesora una fuerza que oponer el tiempo”
Rafael del Valle Inclán.